8 DE MARZO DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER (por Elisabet Hernández)
Un año más nos llegamos al 8 de marzo haciendo un balance sobre los avances sociales en el desarrollo de las mujeres y las asignaturas que aún nos quedan pendientes como sociedad, en este terreno.
Evidentemente hay todavía mucho camino que recorrer aunque, como abogada especializada en derecho de familia, existe para mí una cuestión a la que me enfrento con cierta asiduidad y de la que, como sociedad, aún estamos lejos de resolver: la desprotección de la mujer que posterga o reduce su trayectoria laboral para atender al cuidado de sus hijos.
Por supuesto que es una cuestión que, a día de hoy, no sólo afecta a mujeres. Cada vez hay más hombres que desean o deciden, junto a sus parejas, ocupar el papel de cuidadores principales de sus hijos. No obstante, a pesar de esta nueva realidad…. ¡No nos engañemos! el porcentaje de mujeres que renuncian a sus profesiones o trabajos o solicitan reducciones horarias, sigue siendo ostensiblemente mayor que el de los hombres.
La desprotección a la mujer cuidadora por nuestro sistema legal se convierte, desde mi punto de vista, en un reflejo de una sociedad en la que no valoramos el cuidado mutuo. En particular, no ponemos en valor la atención a la infancia, así como tampoco el trabajo y el esfuerzo de esas mujeres que renuncian.
Qué elección tan sumamente difícil debe asumir esa mujer que decide posponer su profesión o trabajo para el cuidado de sus hijos, cuando las leyes ni civiles ni sociales te protegen.
Hemos creado un sistema tan deshumanizado e individualista que, finalmente convierte a las mujeres que deciden ser cuidadoras de sus hijos, en personas totalmente dependientes de sus parejas o al albur de las “ayudas” sociales.
Mujeres y hombres cuidadores ven como, ante una ruptura de pareja, el sistema legal o social no les ampara. Referiros que en los procedimientos de divorcio o ruptura es harto complejo que se reconozcan pensiones compensatorias, que realmente ayuden a la mujer que se encuentra en esa circunstancia.
En muchos casos la justicia se ve dificultada para determinar pensiones compensatorias porque el otro progenitor tampoco cuenta con ingresos suficientes para atender esta circunstancia, en otros muchos casos porque, en realidad, nuestro sistema no acoge decididamente un compromiso con esta realidad. La falta de protección a nivel de seguridad social no permite acceder a unas ayudas reales que permitan a la mujer sostener un tiempo de cuidado. Finalmente, la única sostenibilidad entre cuidado y trabajo se encuentra en las reducciones de jornada y eso, en definitiva, no hace más que ahondar en la brecha salarial existente y que año tras año sigamos teniendo las mismas noticias relativas a la dificultad de las mujeres en ocupar puestos directivos en las empresas o en las organizaciones.
Como ciudadanos deberíamos luchar por el reconocimiento de la ampliación de los tiempos de cuidado, sin que los mismos generen merma de ingresos o de cotizaciones. Como mujer reivindico que podamos escoger, pero escoger de verdad; no que dicha elección suponga que nos provoquemos una vulnerabilidad económica o delegar totalmente el cuidado y atención de tus hijos en terceros para no dejar que tu carrera profesional o laboral se vea afectada.
Esta vulnerabilidad económica afecta, por supuesto, a la libertad posterior para afrontar una situación de crisis matrimonial o de pareja, como ya os he comentado. En muchos casos, el mantenimiento de las situaciones de violencia.
Cierto es que recientemente el estado ha intentado enmendar la ausencia de cotización o la reducción de la misma con complementos a las diferentes pensiones (jubilación contributiva, incapacitación viudedad) a través del Real Decreto-ley 3/2021 , pero es que…estamos hablando de una norma que no sólo ha llegado muy tarde, sino que encima no deja de ser un pequeño remiendo en un descosido muy grande.
Considero que como sociedad estamos castigando la generosidad de todas esas mujeres que de forma totalmente altruista renuncian a sus trabajos para ayudar al sostenimiento de sus familias. Dejan cotizaciones, reducen salarios y en muchos casos se exponen a una precaria vulnerabilidad económica.
En esta etapa de su progreso y evolución, la humanidad ahora más que nunca está llamada a poner el acento en los valores que de verdad dan sentido a nuestra unión en comunidad: ¡Hagámoslo!
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